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Florisel, seudónimo
Dotación resumida: "La piedra azul es una humorada graciosa escrita por persona que sabe de escribir para el teatro, que sabe hacer reír, y que oculta su nombre, que debe ser muy conocido entre los currinches, a juzgar por cómo escribe, detrás de ese Jorge del Río que a la legua trasciende a seudónimo S. A., cuando La piedra azul se estrenó en el Cómico de Madrid, apuntó la sospecha de que Jorge del Río eran dos escritores conocidísimos, cuyos nombres no quiso dar, porque acordó que un tal don Miguel de Cervantes dijo, No te metas en dibu-, ni en saber vidas aje-, que en lo que no va ni vie- pasar de largo es cordu-… Y pasó de largo respecto de la actuación, porque según él, cuando en estos asuntos hay quien se envuelve en las sombras, sus razones tendrá. Podrá ser. Pero, la verdad, yo lo no veo la razón de que se oculte quien ha escrito un libro tan regocijado y bien hecho como el de La piedra azul, a no ser que se tratara de un literario serio y de fuste, lo que no es ni remotamente probable. Lo que sí, que se me obligara, es el que se escondiese el autor de la música, que a más de ser poca y mala, tiene unos cuántos compases auténticos tomados de otras partituras. Aunque, cerca de esto de la partitura de La piedra azul, habría algo que hablar. La música que oímos en La piedra azul del Colón ¿es toda la música, la partitura completa de la pieza? Porque si no ¿cómo explicarse que uno de los críticos más leídos de la villa y corte haya dicho, textualmente, lo que sigue: 'Celleja viene dando en el clavo constantemente, y mil años le dure el acierto?' Ayer se mostró tan inspirado en clase de músico oriental como de músico español, y todos los números fueron repetidos, y algunos, como los que Loreto Prado cantó con inimitable expresión, valieron a don Rafael grandes ovaciones, sin orejas, pues nadie ignora que con lo que valen las suyas de músico se conforma. Y aún añade, hablando de la interpretación: 'Al tenor Ortiz se le concede mención honorífica por la maestría de cantante de romanzas arábigas'. Y aquí, por lo menos en Colón, ni se repite ningún número, ni hay ningún tenor que cante romanas [sic]. El asunto de La piedra azul pasa por tierras de Oriente, en un harén, entre un pachá, varias odaliscas, varios servidores y puede que algunos eunucos, a donde van a parar, como ocurre frecuentemente en género chico, una gata, vulgo hija de Madrid, y un gato, ídem de lienzo. Y claro es -ello se adivina- que el pachá, que está más para sopitas y bueno vino que para atenerse al precepto de crescite et multiplicamini, se enamora perdidamente de la gata, la cual al principio rehúsa los deseos del pachá… al principio y siempre, porque al fin no ocurre nada de particular, como no sea que un cuchillo que la sigue desde Madrid logra meterse en el harén, con grave peligro de su vida. Y una vez en convivencia con Petra y con un aventurero español, estrólogo del pachá, tienen ocasión un sinfín de cosas de brocha gorda con mucha gracia y chistes buenos. Soledad Álvarez (que hace una madrileña de pura sangre), Tirado y Horcasitas, han hecho reír de buena gana al público, que no cerró la boca en toda la representación. Es indudable que con dos cómicos como la Morrongo y Tirado, a base de compañía bien armonizada y disciplinada, y con un público tan sencillo y candoroso como el que suele ir al Colón, la temporada en este teatro es cosa hecha en toda sazón. Las decoraciones muy en carácter y estilo."
Otras obras contenidas en el mismo documento: Marzo 16, 1914, p. 3.
Referencias bibliográficas: Apuntes rápidos.