| dc.description.abstract | […] "Anoche cerró espléndidamente la gran temporada, artísticamente y por lo que hace a pecunia de la compañía de opereta que regenta y prestigia con la gloria de su nombre la sin par divette, la primer artista mexicana y una de las mejores y más gentiles intérpretes del género vienés que en el mundo son. Díjonos adiós, con promesas llorosas de pronto retorno, desde la maravilla de encarnación de Eva, que sintió y cantó como nunca, a pesar de que siempre lo ha hecho insuperablemente bien. Pero, si la ira hace versos, según reza el viejo aforismo, el dolor, sea cual fuere su índole, hace artistas y aún logra que a sí mismos se superen, cuando en verdad aprieta como toda la fuerza de su sinceridad. Y este fue el caso de anoche, a no dudarlo. Esperanza sensibilizóse a tal grado, merced al quebranto doloroso que su partida a tierras extrañas la inflige, que no pudo por menos de admirar al auditorio que locamente vibraba en palmas, porque todo el mundo creía que sería imposible que la Iris pudiera, todavía superarse. Anoche mismo, después de la función de despedida, embarcó en tren especial con toda su gente rumbo a Veracruz, donde empezará, entre loas y vítores, la gloriosa gira que ha de seguir por espacio de dos años o más a través de toda la América Latina para a la postre recalar en España, encantar a aquel público, reforzar y redondear la compañía y retornar luego al país de sus amores hecha una artistaza, ungida ya por el crisma sagrado de la gloria definitiva y consagradora. México lleva en ella la primera embajadora de su arte escénico, acreditada a los ojos de la más unánime aprobación. El cronista, desde su butaca, levanta con brío su trémulo adiós, como una flámula blanca que desde el muelle dijera en su lengua simbólica con Dios y buena suerte a un amigo del alma que se va quien sabe a dónde…" | |
