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[Sin autor]
Dotación resumida: "Fuera de su interés arqueológico y sin negar la inspiración o la originalidad de ciertos pasajes, no contiene El trovador gérmenes de entusiasmo; no puede ya calmar la sed de goces estéticos que proclaman los gustos modernos; carece del movimiento y grandioso efecto de las orquestaciones wagnerianas de Berlioz y del propio Verdi en su último y glorioso período. Hay, sí, el hilillo melódico, la vena verdiana; existen también ciertas trouvailles como la del Miserere, y aquí suplicamos se nos permita una digresión sobre los compases de los martillos. La historia de la música debe la primera determinación de las relaciones numéricas de las notas a la acústica de los martillos del herrero. Más vengamos ya a la interpretación y voces que cantaron El trovador. Constituía una novedad la reaparición de Sigaldi, y el público, por sentir añejas simpatías por el cantante, abrigaba temores y zozobras. Con la audición de anoche, se pudo ver que Sigaldi conserva su registro agudo. Prueba fue el tercer acto, donde está el famoso do de pecho, y ya se sabe que sin él no hay Trovador, y que en habiéndolo, bate palmas el gros publique. Sigaldi lo dio gentilmente, y hubo de bisar. En el registro medio, ya muy opaco, se defiende como cantante de experiencia. Las escenas brillantes respondieron a la Vicarino, quien dijo muy bella balada. Crety, primer bajo de la compañía, fue muy aplaudido en el acto primero."
Otras obras contenidas en el mismo documento: Diciembre 10, 1911, p. 2.
Referencias bibliográficas: Crónicas teatrales.