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[Sin autor]
Dotación resumida: "En una tarde gris, llorosa de laca japonesa, íntimamente cariñosamente, con el amor que puede hacerse un recuerdo a un hermano paternal desaparecido, un grupo de amigos de ese insigne maestro que se llamó Ernesto Elorduy, llegose hasta la tumba humilde y piadosa que guarda sus retos a depositar el símbolo más alto y bello del afecto, ramilletes de flores. La lluvia se desprendía tenaz y despiadada del cielo plomizo y lagrimoso, como si aún no se consolara de la muerte del viejo mago que supo sembrar cariños hondísimos, cuyos raigambres se agarran al corazón y enternecen el espíritu, mientras más tiempo pasa, con más fuerza. Doloroso es decirlo, pero el modestísimo pedazo de tierra que conserva tan sagrados restos no tiene aún ni una lápida que indique al fatigado caminante el lugar de reposo, tranquilo e inolvidable el yerto cuerpo de una de las más grandes glorias musicales de México del soñador insigne que regara cadencias de ese supremo amigo y alentador de la juventud, que se ha ido para siempre. Ciertamente que faltaron muchos de los hermanos de Ernesto, que por tal o cual circunstancias se vieron impedidos de asistir, pero los que visitamos su sepulcro bendijimos su memoria religiosamente y sentimos como si la sombra del maravilloso músico, nos uniera en abrazo estrecho y efusivo, valiéndose esa impresión por toda una existencia. Habló, comprendiendo la bella alma del maestro y extenuando en bellas frases su emoción, el vate Alberto Herrera y además de este y de los organizadores Nicolás Rangel y José L. del Castillo, las siguientes personas. Comisión de damas de la Villa de Guadalupe, señora Beatriz B. de Ortiz y señoritas Guadalupe Hidalgo, Lucrecia González, Carmen Fernández, Mercedes Anaya, Guadalupe Anaya, Carmen Vieytez; caballeros, Baudelio Contreras, licenciado Alfonso Toro, David Camacho, Miguel Arellano, Antonio Anaya, Jesús Román y García, Rubén M. Campos, Miguel Lerdo de Tejada, Oliverio Toro, Luis Cardoso, José Aguilar, José Silva, Jorge Villada, Salvador de los Cobos, Benjamín Ortíz y Francisco Nava, que representó a la Unión filarmónica. El detalle más simpático y significativo fue, a no dudarlo, la presencia de las hermosas damas que citamos que, con las ensortijadas manos que interpretan la música del maravilloso orientalista, fueron a su tumba para llevarle el aromoso homenaje de las rosas. La velada efectuada anoche en la Sala Wagner en memoria del inspiradísimo Elorduy fue un acto magnífico. Manuel M. Ponce, Torres Ovando, la señorita Heidecke y otros artistas interpretaron las composiciones del lloradísimo maestro y por más de una hora, el alma del exquisito compositor pareció revolotear sobre la distinguidísima concurrencia que llenaba la sala, como una fascinadora mariposa de oro."
Otras obras contenidas en el mismo documento: Enero 7, 1914, p. 3.