dc.description.abstract | "Al margen de una conversación. -Pase usted, la señora viene ahora mismo, me dijo una criadita de delantal y cofia blancos, mientras me conducía a una sala, en la cual me instaló. Salita íntima, recogida de hogar. En un jarrón un manojo de rosas odorantes y frescas, tiñen con su manchón bermejo la entonación de luz, levemente azulada, que reina en el recinto. Por la ventana penetra dulcemente el encanto de la hora vesperal. En los muros, retratos de la diveta, retratos de actores y cantantes, los camaradas en la vida de farándula. El lugar es propicio para la charla con una mujer bonita espiritual, como es la propiedad de aquel rincón amable, que huele a rosas. Frú-frú de seda de falda que se ciñe, rítmico y firme taconeo, un hálito de perfume de violetas, la suntuosa forma pagana de Esperanza Iris, finalmente. Me saluda la artista con afecto. Somos viejos amigos. Mientras estrecho su mano, un tintineo de oro se desprende de una pulsera de medallas que le ciñe la muñeca. -¡Tanto gusto! ¿Usted por aquí? ¿A qué debo el placer? -Señora, la ‘interview’, la inevitable y fatal ‘interview’, a la cual no podía usted escapar. Yo, sin embargo, no voy a someter a usted al interrogatorio obligado, como de examen escolar, ¿Cuál es su autor literario favorito? ¿Cuál es el perfume que más le gusta a usted? ¿Cuál color? ¿Qué opina usted sobre la palabra chochocol? ¿Dónde quisiera usted morir?... ¡No, por Dios! Charlemos, simplemente, charlemos, que ya procuraré ir espigando de lo que usted me exprese, emociones, sensaciones, recuerdos… Y se inició el palique, Esperanza Iris habla vivamente, con primorosa frivolidad. Las palabras caen de su boca, saturadas de risa. Sin embargo, a las veces, los finos labios se pliegan en rictus de amargura, cuando parlamos cosas de la patria. Mientras habla la diveta, yo pienso que esta criatura parece creada para el teatro galante, lúcido, ameno, que cultiva, por la plasticidad de su figura, por el encanto de su gracia, por la expresión jovial de su rostro riente, por su voz de entonaciones musicales, por su dicción ligera, que pasa sobre las frases como una mariposa sobre rosales, por su vis cómica un poquillo popular, por la magnificencia con que atavía el donaire de su cuerpo triunfador. Mientras habla la diveta… Hace unos cuantos meses, cuando terminó su temporada en el Teatro Arbeu, fuese con su compañía a San Luis Potosí, luego a Saltillo (ahora los labios de la artista se pliegan en un rictus de amargura) y por fin a Tampico, en cuyo puerto se embarcó para Mérida. Después para La Habana, en donde inició, en el Teatro Albisu, una temporada de invierno. Para el público habanero, guarda Esperanza Iris sincera gratitud, por el exaltado cariño que le profesa. La noche de su beneficio en la ciudad antillana, fue objeto de un homenaje que la emocionó profundamente. Un diario habanero había abierto un concurso de sonetos que cantaran a la artista. El agraciado en el concurso fue el poeta cubano Bonifacio Byrne. Su soneto, que es un vibrante elogio de ella, fue leído cuando Esperanza sentía humedecérsele los ojos de agradecimiento y de ternura. La orquesta preludió los primeros compases de La viuda alegre y Ana de Clavari apareció en escena, ataviada con el brillante traje montenegrino, a esos compases llegaron otros, de Aires de primavera, y surgió la sabia figura de la amorosa criada, protagonista de esta opereta, y así una tras otra, desfilaron todas las figuras femeniles de la escena, a las cuales Esperanza Iris ha dado aliento y vida. Ella tiene un gran cariño por México, ama esta tierra. De ella, durante sus jornadas artísticas, hace constantes y calurosos elogios. Por eso, cuando supo que la tragedia conmovía a esta metrópoli, su pena la llevó hasta la oración piadosa, por su hermano, particularmente que en oficial de nuestro ejército. La conversación tomó un nuevo giro. Tiene entusiasmo por la actual temporada. Durante ella, se estrenarán operetas que recientemente se han representado en Europa. Operetas seleccionadas por Miguel Gutiérrez, el hábil empresario de la compañía. El primer estreno será con La hija del príncipe para la cual se ha mandado hacer un brillante vestuario y pintar, a un escenógrafo de renombre, el decorado correspondiente. Esperanza Iris será propietaria del Teatro Arbeu. Según me dijo, ya habían sido entregados, como primer abono, cien mil pesos. Es digna de este triunfo. Ya la he visto, agobiada a veces después de una excitación de sus nervios de sensitiva, transformarse, al pisar las escenas, como si de las candilejas le llegara un aliento de vida. Ama su teatro, por eso es incansable, laboriosa, porque la sostiene en la fatiga y la impulsa en los desmayos una fuerza de amor…" | |