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[Sin autor]
Dotación resumida: "Ayer, a las 10:30 de la noche, murió en su residencia de San Ángel el maestro Ernesto Elorduy. Desde por la tarde entró el popular compositor en agonía, habiéndole conservado la vida el doctor Morales, a fuerza de oxígeno, hasta que a la hora mencionada a consecuencia de un sincopa, sobrevino la muerte. El maestro conservó el conocimiento hasta los últimos instantes, pero no podía hablar, por lo cual la expresión de sus ojos era sumamente intensa o inteligente. Murió rodeado de su familia y de muchos fieles y atribulados amigos. Su muerte fue el término de una penosa enfermedad que para el inspirado y jovial músico llegó con las fiestas de fin de año, las mismas ráfagas que volando sobre la ciudad en fiesta, arrancaban aquí y allá en las casas jubilosas de los bailes de posadas de Navidad y de fin de año las notas melancólicas, románticas, un tanto irónicas de Alma y corazón, de Tropicales, de Cariñosas, de esas danzas que fueron el don de alegría, el presente amable del viejo maestro jovial y siempre joven, a la sociedad en que vivió, música grata, exuberante, ligera y tierna que popular y querida como su autor mismo, desde el palacio, hasta el vecindario de arrabal, selló las alegrías, meció los ensueños, alentó los amores y encumbró los sentimientos y las almas. Por esa obra en la que con igual prestigio figuran otras creaciones, la música de Zulema realzada con la instrumentación del genial Ricardo Castro, la Canción árabe, Toujours, Airam, Barcarola, Aziyadé, Liedecher, la Mazurca apasionada, el Minueto, la Berceuse por esa música popular y eminente sentida, el maestro Elorduy fue amado como su música unánime y popularmente. Pero lo fue también por su ingenio singularísimo, por su inextinguible jovialidad, por la oportunidad y el propósito de su eterno gracejo, y por que ni en las adversidades de su vida aciaga, al fin de artista mexicano dejó de ser una alma buena, nunca dañada y siempre movida hacia todos por afecto y cordialidad. De su obra musical, bien significativa en el arte mexicano, sobrevendrá el juicio docto y ponderado, que la aquilate y valore. De su vena de ingenio, valdría la pena recoger los mil espirituales episodios, el alud de humorismo que surgió de sus labios, las anécdotas que imaginó y con las que incansablemente matizaba su conversación. Hasta en sus postreras jornadas de enfermedad y de dolor, el chiste chisporroteaba en la inextinta brasa de su ingenio. Ayer todavía, su médico de cabecera, buscando el sitio para administrar algún tónico por la vía hipodérmica, decía a Elorduy: -Maestro, voy a ponerle una inyección… pero no sé en que región… La respuesta partió ágil: -Pues en una región que no esté invadida por el zapatismo! Así moría, así vivió, siempre jovial e irónico y recocijado, a tal punto que en estos mismos instantes de sincero duelo y de íntima tristeza de sincero duelo y de íntima tristeza, no llega uno a imaginarse cómo se habrá podido serenar en la muerte aquel rostro siempre movido en una gesticulación aristofanesca, cuando, con todo lo que tiene de irreparable, se medita en que ha muerto el maestro Elorduy, parece oírse en el silencio de mi pésame, su jacarandosa carcajada. El maestro Elorduy nació en el estado de Zacatecas. Desde muy joven empezó a hacer sus primeros ensayos musicales. Estuvo varios años en Alemania, dedicado al estudio de su arte. Los funerales se efectuarán hoy a las 3:30 de la tarde, partiendo el cortejo fúnebre de la casa de la familia del finado, situada en la Calle del ferrocarril, San Ángel, con dirección al Panteón Francés en donde será sepultado el cadáver."
Otras obras contenidas en el mismo documento: Enero 7, 1913, p. 1, 2, 9.