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Alfonso Rodríguez del Campo
Dotación resumida: "Sobre ser tema socorrido en todo el orbe El barbero de Sevilla, como repercusión celebrada de la pieza de Beaumarchais, plumas tan galantes y eruditas han escrito sobre la materia, que ya es irrealizable decir una palabra que no recaiga sobre ideas vertidas. Fígaro, Bartolo, Basilio, y Almaviva andan en la fértil fantasía del vulgo y tipos son a tal modo humanos cuanto lo fueron en la clásica antigüedad las máscaras de la comedia. Encarna Fígaro a los pícaros cumplidos y leales a su dueño; Rosina es la niña embarcada en la primera aventura de amor; Almaviva, el gran señor bravo y gentil; Bartolo, el Arnulfo de Poquelin: Basilio, el alma de inquisidor y viejo enamorado; que a guisa de epíteto dice Teófilo Gautier viaje por Tartufo. Al subir el telón mirase en la escena una calle de Sevilla, cual cada uno la soñamos. Del ambiente afluyen majas y toreros, se podría apostar a que tal puerta está deshecha a cuchilladas y que por tal otra, como ahora Fiorello andaría el famoso Ciutti con Don Juan. El perfume que trasciende es de azahares y el sol que asoma, trae el oro del naranjo. Gautier piensa que en el café nuevo estaría la casa de Bartolo, blanqueada a cal, a usanza de los árabes, con rejas y miradores, que de lejos parecen dos ojos negros destacados en la lluvia de un rostro. Pues bien, la casa de los jazmines y el mirador, es la casa de Rosina y suspendida como está del cielo, es la jaulilla aérea en que Rossini encierra a los pajarillos del bel canto, a las milagrosas voces que ya comienzan a escasear en la propia Italia. En esa jaula sonora, oímos cantar a la de siempre cara memoria Luisa Tetrazzini, y allí anoche entre fermatas y trinos vertió el fresco y delicioso hilillo cristalino de notas, Regina Vicarino, soprano lírico a decir suyo, que va para ligero. Y se ocurre preguntar: ¿a esa jaula de tupidas rejas va a penetrar el galán enamorado? ¿Quién podrá romper los hierros que la guardan? Gautier responde con el dicho de Molière: 'Les verrous et les grilles, sont une faible garant de la vertue des filles'. Y añade: 'Si la virtud, tras de celosía, no es de fiar, ¿se puede dar sin temores a Rosina la llave del balcón?' Las mujeres dirán: sí, y los hombres: no. Más lo cierto es que solo es triste y miserable el amor del viejo y si el corazón se enciende a pesar de la nieve del cabello. Después, la escena continúa: Fiorello con linterna sorda se ha escurrido a los pies del mirador. Almaviva llega e introduce a los músicos, es la serenata. La más sencilla cantata adquiere una intensidad que no se sospechaba, una intención inimitable. Suena ya la vihuela, sube el coro de las voces, en tanto se esfuman como cohetes de luz los luceros… Al desaparecer Almaviva, todavía Rossini viene a tapar los tiestos de claveles, siquiera los ojos rueden por si acaso quedare rezagado el gentil trovador. Por fin, cuando esclarece la mañana, entra Fígaro, a la espalda la guitarra, canta en el patio espacioso la mercancía de filigranas y pasamanerías. ¡Fígaro oí! Repite el coro ¡Fígaro oí! Sucede el baile de la gitana: el zorondo. El Conde saluda a Fígaro, y él responde: '¡Yo soy el barbero, peinador, cirujano, el botánico y farmacéutico y el veterinario…, y si vos, teneís dinero, todo marchará!' Comprende Almaviva, y Fígaro deja caer una aria en boga, ¡siquiera sobre el papel haya escrito Rosina un mensaje de cariño! Pero ¿cómo seguir la ópera? Penetremos a la recámara de la pupila de Bartolo. Regina Vicarino, que hacía el papel, ha cantado con delicioso estilo la famosa cavatina. Al penetrar Basilio (Armando Crety), en la escena musical más admirable, donde la pasión del viejo emponzoña su habla, intriga y calumnia, la orquesta, dirigida por el maestro Castillo, ha estado grande, elocuente… Picco, el artista más completo de la actual estación, estuvo brillantísimo, dando colorido al famoso Barbero y lo mismo Battain, que hacía de Conde y Panciera en el Bartolo. Un aplauso pues, a la empresa, por resucitar una ópera que no ha de sellar el olvido. Posdata. En la lección de música, Regina Vicarino cantó La primavera de Strauss."
Otras obras contenidas en el mismo documento: Diciembre 15, 1911, p. 7.
Referencias bibliográficas: Crónicas teatrales.