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[Sin autor]
Dotación resumida: "Con ser una página musical marchita de la que puédese decir sin injusticia que fue bella en su tiempo, pero que no responde ya a los adelantos musicales de hoy, La traviata contada dominando el teatro. Y es que ocupa un lugar en nuestro corazón: que su poema, doloroso de ver, se reviste de tal dulzura de expresión, de tan blanda melodía, que lo que amedrenta a los ojos, resulta delicioso al oído; La traviata sigue siendo así una herida siempre abierta, por donde se nos escapa el alma y mil recuerdos y tristezas, amarguras y goces pretéritos. Por lo cual, sin que La traviata sea marisabidilla en armonía, sin el talento para desarrollar infinitos temas y motivos, sin la grandiosidad sinfónica, amamos a esta pobre tísica, cuyo ritmo ardiente y sincopado acusa el pulso de la vida ¡que va escapándose de la arteria! Pero si La traviata no es un dibujo complicado de orquesta, no se le juzgue fácil cosa para el cantante. Al contrario. El acompañante raquítico no encubre una sola falta del cantante. Él tiene que recitarlo todo y valorizar cada nota. Battain, que no parece ser enteramente un tenor lírico, pudo cantarla anoche con estudio y pulcritud. Lo mejor, a juicio unánime, ha sido el brindis, el aria de Violetta y el aria del barítono. Lo que a las claras muestras que La traviata allegó nuevos aplausos a Regina Vicarino, la deidad sin floritura, y a Picco, el barítono de linda voz que, sin cantar con el volumen de Torres Ovando, redondeo la frase dísela con nitidez con escuela y hermoso timbre."
Otras obras contenidas en el mismo documento: Noviembre 10, 1911, p. 2.
Referencias bibliográficas: Crónicas teatrales.